Monterrey, Nuevo León, a martes 30 de noviembre de 2021. Al abordar la relación de la inteligencia emocional con la violencia que se vive cotidianamente en la comunidad en el sexto Diálogo por la Paz y la Justicia, especialistas y académicos coincidieron en que es un tema de salud pública que debe ser tratado como tal y que en Nuevo León hace falta este enfoque para una prevención social de la violencia efectiva.
A través de la colaboración entre Consejo Cívico, la UANL y Creando Comunidad, en el último diálogo de 2021 conversaron Ana María Esquivel Hernández, profesora-investigadora de la Facultad de Derecho y Criminología de la UANL; Carlos Bauche Madero, director y co-fundador de Prosociedad A.C.; María Eugenia Vallín Contreras, coordinadora nacional de Escuelas del Perdón y Reconciliación ES.PE.RE; y Rodolfo México Villarreal Ritchie, encargado del Despacho de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno de Nuevo León.
Desde la perspectiva de la inteligencia emocional, la prevención de la violencia debe tener un enfoque psicosocial para atender a las víctimas y victimarios, así como a las personas que viven en entornos violentos mediante esquemas selectivos.
“La inteligencia emocional como un tema de salud pública está aún relegado todavía del debate como salud mental pública, pero que ha tomado mucha relevancia especialmente con los efectos que ha generado la pandemia. Y los estudios sobre delitos con violencia muestran efectivamente que la salud mental pública, en particular el manejo de patrones de personalidad, de emociones, está presente”, consideró Bauche Madero.
Para lograr acciones de prevención efectivas, las estrategias de prevención social de la violencia deben estar diferenciadas, primero evaluando el tipo de violencia y conociendo cuáles son las causas que la originaron, pero también cuando se trate de intervenciones urbanas y rurales, porque los factores de riesgo son variables de acuerdo al contexto.
Una de las limitantes institucionales para fortalecer las políticas para la prevención social de la violencia en Nuevo León es el presupuesto asignado a las estrategias reactivas y de corto plazo en materia de seguridad e incidencia delictiva, lo que ha impedido implementar esfuerzos sostenibles que atiendan de raíz el contexto de inseguridad y violencia por más de una década.
En una política de prevención social de la violencia con enfoque psicosocial es indispensable fortalecer organizaciones y profesionistas en metodologías que realmente generen cambios; contar con proyectos y programas multianuales; generar alianzas que permitan dar sostenibilidad y mejora continua; así como monitorear y evaluar los resultados.
Las personas participantes en el diálogo virtual coincidieron que es importante trabajar enfoques de prevención social de la violencia con la niñez y la juventud, fortaleciendo su inteligencia emocional, estableciendo un código de ética de plena inclusión, el manejo de emociones, con herramientas para la resolución pacífica de conflictos y prácticas restaurativas.
“Si aprendimos a odiar, podemos aprender a amar, podemos cultivar la compasión, podemos aprender a ser empáticos, y podemos a educarnos para la paz porque todo es posible”, comentó Vallín Contreras.
En Nuevo León uno de los principales desafíos para la prevención efectiva la violencia desde la base de la inteligencia emocional en los proyectos implementados es contar con una política de prevención social de la violencia integral a través de la coordinación interinstitucional, pero también intersectorial, estableciendo alianzas con otros sectores y la sociedad civil.
Al final del encuentro, las organizaciones convocantes al 6to Diálogo por la Paz y la Justicia hicieron un llamado al Estado, Congreso y municipios a priorizar la prevención social de la violencia dentro del presupuesto público que se ha proyectado para 2022.