¡Gracias Oscar!

Oscar Lozano nos deja una gran lección: los sueños y las pasiones se viven cada día, y vale la pena creer y luchar por nuestras convicciones y valores. Oscar vivió una vida plena, una vida sin aburrimientos, y una vida de logros, y a pesar de la enorme tristeza que nos deja su partida, celebramos la enorme oportunidad de haber convivido y compartido batallas con él, y los logros conseguidos juntos.

Oscar fue invitado a participar como consejero de Consejo Cívico en el 2019 por recomendación de Jesús Herrera Casso, expresidente que lo tenía en alta estima. Ambos compartían la pasión por el entendimiento de sistemas complejos, de las estructuras y modelos mentales que explican muchos de los problemas que padecemos actualmente. Con sus muchos años como consultor de grandes empresas, Oscar no tardó en encontrar las causas de algunos de nuestros principales dolores como asociación. Desde un inicio, fue extremadamente generoso de su tiempo, recomendaciones, y ayuda. 

Desde que inició a colaborar como consejero, Oscar se puso la camiseta del Consejo Cívico y de la sociedad civil organizada y nos ayudó a abrir nuevas puertas con sus muchos amigos y contactos, y convertir a nuestra causa nuevos inversionistas sociales. Tenía un gran talento para compartir su pasión por la transformación social, y era un excelente vendedor. 

Lo que más admiré de Oscar, era su sencillez y humildad. A pesar de sus éxitos profesionales, de haber construido una consultoría presente en varios países, y trabajar con los grupos empresariales más grandes de México, era una persona sumamente accesible, con una capacidad de escucha sin comparación, y con la capacidad de ver a las personas de verdad, con su valor y sus talentos. Su trato con todos y todas era respetuoso, y era un convencido de la necesidad de diversidad para enriquecer las organizaciones. Su preocupación como Presidente para mejorar las condiciones laborales de los colaboradores del Consejo Cívico fue muy importante: él entendía perfectamente que las organizaciones civiles tienen dos grandes tesoros: su talento y su legitimidad. Se interesaba genuinamente por el trabajo de nuestros asociados, y cada semana que teníamos una reunión con uno de ellos, se fue convirtiendo en el más grande promotor de las organizaciones sociales en Nuevo León y México. Uno de los mejores recuerdos que tengo es haber ido a recibir con él el reconocimiento Razón de Ser, una de las mayores distinciones en nuestro sector a nivel nacional, y que haya sido partícipe él de este éxito. 

Sé que Oscar ha tenido un profundo impacto en otras organizaciones en las cuales participaba como voluntario estratégico: en el Tec de Monterrey, en la iniciativa Hambre Cero México, en el Consejo Nuevo León para la Planeación Estratégica, en Coparmex Nuevo León. Lo ha tenido por su gran generosidad, por la persona que fue toda su vida, por su compromiso social y su amor por Nuevo León. 

Su partida tan brusca me deja con la sensación personal de una deuda impagable. Pasé muchas horas discutiendo con él de los retos del Consejo Cívico, de mis dudas, de mis inconformidades, de mis inseguridades, y siempre recibí de su parte tiempo de calidad, una atención inigualable, y consejos muy valiosos. Oscar me abrió los ojos sobre mis capacidades y liderazgo, me regresó la confianza en momentos de duda y me ayudó a definir prioridades para mi propio desarrollo. Me hubiera gustado poderle decir de viva voz y más de una vez lo valioso que fue su papel como presidente, lo mucho que todos los colaboradores de Consejo Cívico lo apreciamos, y la gran diferencia que él hizo para nuestra asociación. 

A nombre de todos los y las colaboradores de Consejo Cívico, queremos decir GRACIAS OSCAR, por dedicar tus años de vida a hacer que Nuevo León tenga una mejor comunidad para vivir. 

Sandrine Molinard