Si te conmueves al ver peces nadando en un rio altamente contaminado por desechos tóxicos es bueno que sepas que quienes vivimos en ciudades como Monterrey, Ciudad de México o Guadalajara vivimos una situación similar.
En condiciones normales respiramos veintitrés mil veces en 24 horas, filtrando en promedio ocho mil quinientos litros de aire por día.
Niños, jóvenes, ancianos, ricos y pobres, todos sufrimos por igual las terribles consecuencias de respirar un aire que en nuestra localidad rebasa más de tres veces los niveles máximos de contaminantes recomendados por la OMS.
Pedreras e industrias similares y de otro tipo, por años han operado contaminando el aire de todos con partículas PM 10 (menores a 10 micras) altamente dañinas para la salud, a pesar de que existe la tecnología de reducción en la emisión de partículas en este tipo de actividades.
Otro de los contaminantes más dañinos es el Co2 que se genera por la quema de carbón petróleo y gas. La mayor parte para generar electricidad (40 %) Otro 20% se produce por la quema de combustibles para transporte terrestre y aéreo.
Además de los efectos directos del Co2 y sus derivados sobre la salud de quienes lo respiramos, genera un efecto invernadero que acelera el calentamiento global de la tierra.
Si usas menos tu auto, o tu baño es mas corto (con menos agua caliente). Si utilizas con prudencia los sistemas de aire acondicionado (frio o calor) en tu hogar y en tu oficina, o si apagas las luces cuando no requieran estar encendidas, estarás generando menos Co2 que contamina el aire que respiramos y estarás ayudando a reducir el calentamiento global.
Muchas otras industrias generan altos volúmenes de Co2 además de partículas pequeñas PM2.5 (menores a 2.5 micras) que penetran al organismo con mayor facilidad generando complicaciones pulmonares y cardiacas.
«Pedreras e industrias similares y de otro tipo, por años han operado contaminando el aire de todos con partículas PM 10 (menores a 10 micras) altamente dañinas para la salud, a pesar de que existe la tecnología de reducción en la emisión de partículas en este tipo de actividades.»
La contaminación generada por las refinerías es todo un tema. Pero baste decir entre otras cosas que la EPA (Environmental Protection Agency) exige monitoreo de las emisiones de benceno que es altamente carcinogénico. Generan además grandes cantidades de Co2, dióxido de azufre y óxido nitroso entre muchos otros que son altamente dañinos.
Greenpeace ha publicado que se calculan 8 millones de muertes al año en el mundo directamente relacionadas con la contaminación del aire.
Resulta obvio suponer que urbes como la nuestra, concentraran la mayoría de estas muertes, a diferencias de ciudades en donde los niveles de contaminación del aire son mucho menores.
Cáncer de pulmón y de vejiga, neumonías, accidente cerebrovascular, cardiopatía isquémica, neumopatía obstructiva crónica son algunas de las enfermedades relacionadas con la contaminación del aire ambiental de acuerdo a estudios publicados por la OMS.
Muchas otras publicaciones confirman que aun quienes no adquieren estas graves enfermedades, viviendo en una ciudad con aire contaminado reducen al menos 2.2 años su expectativa de vida.
Durante más de treinta años he ejercido la otorrinolaringología en Monterrey Nuevo León y resulta sorprendente el incremento en el numero de consultas por reacciones de hipersensibilidad e infecciones de vías aéreas superiores e inferiores en los últimos cinco años, por supuesto sin tomar en cuenta los casos de SARS-CoV-2
Platicando con colegas neumólogos, cardiólogos, oncólogos y por supuesto pediatras compartimos la percepción de que el número de enfermos se ha incrementado de manera muy preocupante como consecuencia del aire que respiramos.
No es fácil convencer a quienes disfrutan los deportes al aire libre que deben suspender esta actividad durante las contingencias ambientales. Y resulta frustrante ver durante estos días de altos niveles de contaminación a niños jóvenes y ancianos ejercitándose al aire libre. Haciendo caminatas, jugando futbol, paseando en bicicleta. Me recuerdan a esos peces nadando en ríos contaminados por toxinas, sin dimensionar la gravedad de la situación.
Estoy convencido de que los ciudadanos comunes, tú y yo, somos los que debemos hacer girar la rueda del cambio para lograr un mejor ambiente que dé más calidad y mejor expectativa de vida, especialmente a los niños.
Llegó el tiempo de ser intolerantes en extremo con los servidores públicos apáticos indiferentes que no asumen su responsabilidad en este gravísimo problema. Más aun con aquellos que basados en intereses políticos o económicos toman decisiones tan absurdas como enviar los combustibles más contaminantes a una ciudad como la nuestra. O se oponen a fomentar el uso de energías limpias construyendo nuevas refinerías que producirán aún más contaminación de nuestro aire, agravando además el calentamiento global.
Los autos particulares deben de dejar de ser los reyes del camino.
Cada vez resulta más absurdo ver avenidas congestionadas por miles de autos, la mayoría ocupados solo por el conductor, que no pueden avanzar y emitiendo grandes cantidades de Co2.
Por último, debemos ser sensatos y asumir nuestra responsabilidad y salirnos de nuestro círculo de confort. Apoyar a los servidores públicos que pugnan por regular la preferencia que han tenido los automóviles particulares por sobre peatones bicicletas y transporte público. Los autos particulares deben de dejar de ser los reyes del camino.
Cada vez resulta mas absurdo ver avenidas congestionadas por miles de autos, la mayoría ocupados solo por el conductor, que no pueden avanzar y emitiendo grandes cantidades de Co2.
Más y mejor transporte público, preferencia a peatones y a bicicletas y motocicletas como medio de transporte, así como el reordenamiento urbano, son medidas que deben de tomarse de inmediato.
Antes de acostarte a dormir, recuerda las veintitrés mil respiraciones que tú, tus hijos y tus nietos hicieron el día de hoy de un aire que está más de tres veces por arriba de los niveles de contaminantes internacionalmente aceptados.
Todos, sin excepción, debemos de asumir nuestra responsabilidad y actuar en consecuencia.