Conozco a Karen que se droga desde los 14 años, se sentía la más desafortunada de su escuela, cuando era más niña se había lastimado un ojo con una rama y había perdido la vista, el ojo dañado se le secó y ante el miedo de tener una prótesis, siempre trajo mejor la mitad de la cara tapada con su propio cabello.
Conozco a Esteban, se comenzó a drogar desde los 15, no recuerda un motivo en especial que lo haya motivado a consumir drogas, lo que si recuerda es un abuso sexual de parte de su tío.
Conozco a Mario, se comenzó a drogar cuando se dio cuenta que él no era hijo de quien siempre conoció como papá, su padre biológico era otro, el día que se enteró tuvo tal shock que se fue con unos amigos a fumar marihuana
Conozco a Melisa, probó las drogas para nunca dejarlas, el día que su novio la cortó, en el mismo bar donde se había peleado con su pareja conoció a un chico que le prometió sentirse bien con todo y penas.
Conozco a Beto y a Juan, son dos niños que desde más niños tienen en la mano una estopa empapada de tíner, así no se dan cuenta que no han comido, no les da hambre, para qué quieren sentir hambre si en sus casas no hay nada que comer.
Al conocer a estas personas y otras muchas más que me han confiado su vida y sus problemas, tengo la certeza de que han entrado al mundo de las drogas por un sinfín de causas, sin embargo creo que hay algunas que se repiten en uno y otro caso como son; una baja autoestima, la falta de un proyecto de vida, es decir no ven con claridad su futuro, el abuso sexual, la violencia en todas sus formas, la pobreza extrema como cuando la persona no tiene nada qué comer en todo el día, la percepción de injusticia y pocas habilidades para manejar las emociones entre otras.
A la vez, hay esfuerzos que tienen como objetivo hacer desaparecer de las personas el hábito de drogarse, muchos de ellos se desprenden de esos brillantes 12 Pasos de Alcohólicos Anónimos creados desde 1935 por el Doctor Bob Smith y por William Wilson y que funcionan de la misma manera en cualquier proceso de adicción, ya que tienen como objetivo principal el reconocer que hay algo que se ha salido de control en sus vidas, también tienen como tarea, hacer un inventario de fortalezas y debilidades personales, reconocer la existencia de un poder superior y compartir el éxito logrado con otras personas que estén pasando por situaciones parecidas a las que ha vivido quien tiene una adicción.
Conozco a muchos niños, a muchas niñas, adolescentes, mujeres y hombres adultos que luchan todos los días por dejar y por no dejar el mundo de las drogas, conozco también muchos centros de rehabilitación de adicciones repletos, los de mucho costo, los de bajo costo, los de ningún costo y que han sido fundados la mayoría de las veces, por personas que han pasado también por un proceso de rehabilitación de adicciones, lo hacen para dar cumplimiento al paso 12 que ellos seguramente llevaron en su propio tratamiento y ese paso les invita hoy a que ellos ayuden a otros, a otras, por eso es que todos los días intentan decirle a quienes acuden a sus centros; que lo mejor es dejar a un lado las drogas.
«La red de apoyo de la persona que se ha drogado y ahora quiere ya no drogarse es vital. La reintegración es una tarea que tenemos todos, estigmatizar no es el camino, señalar, tampoco.»
No hay un dato específico que diga qué porcentaje de quienes se someten a un tratamiento de desintoxicación y rehabilitación de adicciones recaen, los factores que llevan a una persona a drogarse son muchos y los que llevan a ya no drogarse son otro tanto, hay estudios que muestran qué de cada cien personas que intentan dejar las drogas, 98 van a volver a consumirlas, otros hablan de que 60 lo harán y otros más optimistas que 40.
Depende del tipo de sustancias que hayan consumido, el tiempo que lleven inhalando, tomando, fumando, inyectándose tal o cual droga, la edad, el entorno familiar y socio cultural, y según mi propia observación al tener la posibilidad de acompañar a tantas personas en los tratamientos que llevan en los centros de rehabilitación, el factor más importante es la propia voluntad.
Sin embargo la red de apoyo de la persona que se ha drogado y ahora quiere ya no drogarse es vital, si tiene un grupo familiar, de amistades, social como una iglesia o un grupo fortalecido de autoayuda, la posibilidad de mantenerse “limpio” se eleva exponencialmente, justo en este acompañamiento podría estar nuestro compromiso, el tema no es ajeno para quienes somos parte de una sociedad. La reintegración es una tarea que tenemos todos, estigmatizar no es el camino, señalar, tampoco.
Generalmente cuando nos enteramos de que alguien cercano está consumiendo drogas lo primero que se nos ocurre es hacerlo a un lado y sacarlo de nuestras vidas, queremos mandarlo a un lugar de preferencia lejos para que “lo alivien” y que como por arte de magia regrese ya con la absoluta decisión de no volverse a drogar. Esto no funciona así, cierto es que no hay tratamiento perfecto, ni tratamiento que no sirva para nada, todos tendrán pros y contras, pero de lo que estoy segura es que lo que menos necesita quien intenta dejar las drogas es saberse excluido.
Así que ante este tema, necesitamos tomar conciencia claro, pero sobre todo actuar con compasión, con comprensión, con amor.