Cabe hacernos la pregunta ¿cómo llegamos al 2021 en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer?
Si bien la fecha sirve de reflexión y de rendición de cuentas para conocer el estatus anual del avance mundial en la agenda de las Mujeres, este 2021 tiene un matiz muy particular debido a los efectos que ha dejado la pandemia no solamente en términos de salud, sino en términos económicos.
En este contexto, sin duda las mujeres fuimos la parte de la población más vulnerada.
Hagamos una revisión.
- Ingresos perdidos: 1.3 millones de mujeres, perdieron sus ingresos generados en micronegocios.
- Desempleo: en cuanto a desempleo, 3 millones de mujeres salieron del mercado laboral, siendo altamente impactadas ya que la mayor parte de ellas laboran en el sector servicios y comercio, y muchas de estas actividades fueron declaradas como no esenciales.
- Informalidad: en este aspecto, 6.3 millones de mujeres cayeron en la informalidad con la consecuente pérdida de seguridad social, también se ha visto engrosada por las mujeres como consecuencia del desempleo, que al ser madres buscan un sustento para sus familias.
- Carga doméstica y teletrabajo: la carga adicional de trabajo que tuvieron las mujeres de hasta más de 30 horas a la semana de acuerdo al Coneval, fue debido a varios factores: el apoyo en las tareas de las y los hijos en casa ante al cierre de escuelas: el teletrabajo buscando generar ingresos; el trabajo doméstico de limpieza, administración y cuidados de la familia en general
- Reducción de salarios: en el sector privado muchas empresas para mantenerse a flote, pero conservando a su personal, se vieron en la necesidad de reducir salarios que, aunque ahí fue parejo para hombres y mujeres, las mujeres se vieron más afectadas porque hay cifras que indican que ellas destinan hasta el 70% de su salario al hogar, versus el 30% que aportan los hombres.
- En materia de violencia doméstica o familiar aumentó hasta un 60% en México de acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Actualmente se percibe una ligera recuperación económica, y son los hombres quienes están reincorporándose al mercado laboral más rápido que las mujeres, y cuando lo logran es en condiciones menos ventajosas y sin seguridad social.
Sin duda la pandemia ha sido una gran lección para el mundo, un acontecer inédito que nos ha hecho replantearnos objetivos personales, profesionales y empresariales.
En el lado positivo de lo que la Covid-19 ha traído, es el aceleramiento de procesos innovadores en la implementación de la tecnología en las empresas y negocios para hacerlos más competitivos. Es algo que, aunque ya se venía haciendo de alguna manera incipiente en unos casos o más profesionalmente en empresas más consolidadas, ante la situación no quedó de otra más que incorporarlo de manera prioritaria a las actividades laborales y personales.
Sin embargo, en el lado negativo de este proceso es justamente el acento en una mayor brecha tecnológica que causará en los grupos de mujeres que ya venían cargando con un importante rezago en el tema.
«Si en México la tasa de participación económica de las mujeres fuera la misma que la del hombre, se podrían generar hasta 810 mil millones de dólares adicionales en 2025, equivalentes al 70% del PIB Nacional»
McKinsey & Company
Por toda esta situación es importante conocer cifras que ayuden a hacer visible la apremiante necesidad de tomar conciencia y el compromiso de generar acciones que promuevan las condiciones propicias para el empoderamiento de las mujeres, a donde este no signifique otra cosa que ejercer sus derechos, garantía de su pleno desarrollo.
Las mujeres somos el 50% de la población y ya por simple matemáticas la igualdad debería ser el sustento de todas las acciones en el mundo, pero no es así.
De acuerdo con un estudio de McKinsey “si en México la tasa de participación económica de las mujeres fuera la misma que la del hombre, se podrían generar hasta 810 mil millones de dólares adicionales en 2025, equivalentes al 70% del PIB Nacional”.
Urge que desde el sector privado se generen estrategias para reducir los efectos económicos de la pandemia y acelerar la recuperación.
Así también en un área de gran oportunidad, es preciso incentivar políticas corporativas que integren la conciliación de vida-trabajo, de igualdad, inclusión, equidad, paridad y diversidad ya que no solamente es lo correcto y lo justo, sino que está demostrado que, al incorporar el talento femenino a las empresas, se producen círculos virtuosos teniendo un alto rendimiento en la productividad y utilidades y, por ende, mejor calidad de vida en las y los colaboradores y en el bien común.
En este mes de marzo que conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, se cumple un año del movimiento #UnDíaSinMujeres, que de manera fehaciente demostró con el paro, la importancia de nuestra presencia en la economía como un motor de riqueza y bienestar al país.
Ya no es el momento de solamente señalar, demostrar con cifras o hacer convenios que se queden en un cajón, sino de tomar acciones categóricas para lograr el empoderamiento definitivo de la mujer en condiciones de paz, justicia e igualdad.
Sólo así podremos vivir en equilibrio entre hombres y mujeres, tener naciones orientadas y centradas en el ser humano y privilegiando el talento por sobre el género de frente a la industria 4 y 5 punto cero, que ha llegado más pronto de lo previsto.