El espacio de encuentro tomó otra dimensión en el Centro de Innovación e Impacto Social, yCo, esta vez las flores de cempasúchil, el aroma del copal y el llamado, a corazón abierto, para recibir a los que se aman y permanecen vivos en el recuerdo… envueltos en el dulce de la fruta fresca, en el símbolo de cada ofrenda, las luces de las velas y las diversas formas de recordar a los seres queridos, en la única e invencible fuerza de los que jamás olvidan.
Monterrey, Nuevo León, a 02 de noviembre de 2018. La tradición, la cultura y la magia del Altar de Xantolo tuvieron su encuentro en la comunidad de yCo., Centro de Impacto e Innovación Social. Un camino iluminado, de la mano de Ana Belén Hernández Cayetano, originaria de la comunidad Náhuatl: Papatlatla, del Municipio Calnali del Estado de Hidalgo y, líder de la iniciativa social: Proyecto Xipaki dedicada a fortalecer la identidad de los pueblos indígenas, quien desde la visión de su pueblo, guió a los presentes a encontrarse en el corazón y con lo más amado, en el tradicional Día de Muertos, viviendo y reconociendo la esencia que identifica a la familia mexicana.
Generación tras generación, año tras año, México se entrega en un acto noble de crear y recrear la vida, matando la muerte, con la fuerza invencible del que jamás olvida. Esta tradición lejos de centrarse en el dolor por los que ya no vemos, es una fiesta para celebrar que todos los difuntos vuelven a la que fue su casa, no son difuntos, sólo viven en otro espacio y tiempo.
Ana Belén explicaba cómo el altar se convierte en un portal que permite la visita de los que ya no están físicamente, pero que sin duda viven, más allá del cuerpo que los vivos aún conservamos. El copal hace arder el incienso que limpia el camino, una foto de la persona recordada es la invitación para su llegada; la fruta fresca de estación ofrece lo que se tiene a la mano y se agradece a la tierra, las ofrendas, la comida y objetos favoritos se colocan en su honor, sin que falte el morral donde podrá llevarlo todo y las servilletas bordadas a mano por las mujeres de la familia, las cuales sirven de lienzo para representar sus valores.
“Para mí es como el trascender del amor no sólo para los que ya no están, sino para los que aún vivimos y un símbolo de resistencia de los pueblos indígenas, pues se trata de una tradición que no nos pudieron arrebatar ni durante, ni después de la colonización… es una tradición que vale la pena preservar porque fortalece los lazos familiares, mientras construimos el altar recordamos y nos integramos más”, comentó Hernández.
Proyecto Xipaki invitó a todos los líderes de las iniciativas sociales e impacto social que se dieron cita en el evento, a perpetuar esta y todas las tradiciones náhuatl que hacen eterna la esencia de las comunidades mexicanas y fortalecen la integración de la familia en la praxis de lo que nos hace únicos.