La corrupción nos ha hecho creer que cumplir las normas es un comportamiento atípico o cuestionable por los demás, pero hoy yo decido hacer las cosas bien
Por: Hagámoslo Bien, Cultura de la Legalidad A.C
Monterrey, Nuevo León, a 20 de febrero de 2017. En días recientes, realizamos una encuesta en nuestras redes sociales sobre lo que las personas sentían al hacer algo ilegal. De mil 4000 personas que respondieron, en su mayoría de Nuevo León, cerca del 70% se sienten “normal”, y solo el 22% respondió que incumplir las leyes los hacía sentir mal.
Esta breve pregunta es un indicio de por qué la corrupción está tan arraigada en nuestro México, y por qué acabar con ella parece una labor titánica y casi imposible. La indiferencia moral frente a la ilegalidad, es el motor que mueve los engranajes de un sistema en el que la ley parece ser un “estorbo”.
En el momento en que normalizamos los actos ilegales como alternativas legítimas para lograr lo que queremos, perdemos de vista el impacto de nuestras acciones en nuestra comunidad y, muy probablemente, perdamos la sensibilidad frente a aquello que es éticamente cuestionable o que genera un daño para los demás.
La corrupción nos hace creer que cumplir las normas es un comportamiento atípico, que es la excepción a la regla, de forma que, aquellos que cumplen las normas y hacen las cosas bien, se sienten aislados, ingenuos y solos.
De la misma forma como hemos incorporado estas creencias en nuestra cultura, podemos modificarlas para tener una cultura que sí le sirva a México. Juntémonos todos los que creemos que vale la pena hacer las cosas bien y cambiemos la balanza.
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