Mientras organizaciones civiles han documentado 61 feminicidios hasta el 10 de noviembre, la Procuraduría de Justicia del Estado registra solo 31
La violencia contra las mujeres ha cobrado 61 víctimas en Nuevo León de enero al 10 de noviembre, muertes con presunción de feminicidio que ha motivado a las organizaciones Arthemisas por la Equidad y Alternativas Pacíficas a encender los focos rojos en 2017.
El registro hemerográfico de Arthemisas por la Equidad contrasta con los 31 casos de feminicidios que investiga la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León durante los 10 meses transcurridos del presente año.
Por su parte la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) ha reportado el fallecimiento de 52 mujeres en condiciones violentas, número que dista de las reportadas por las autoridades y evidencian una falta de protocolo al desestimar los casos y considerarlos como una muerte más, apunta el organismo.
En agosto pasado, a través del Observatorio Ciudadano de Nuevo León, una iniciativa de la que forma parte Consejo Cívico, se externó la preocupación de las organizaciones civiles frente a la Declaratoria de Alerta de Violencia de Género emitida para Nuevo León en noviembre de 2016.
Es preciso mencionar que durante el 2016, la Procuraduría de Justicia del Estado recibió solo tres denuncias por feminicidios, mientras que Arthemisas por la Equidad registró de manera hemerográfica 84 casos ese mismo año y 62 durante el 2015.
Responsabilidad compartida, soluciones compartidas
Con estos datos en la mano es inminente hacer conciencia de la gravedad de esta situación en Nuevo León, antes de que siga escalando. Las autoridades competentes y la sociedad civil debemos poner especial atención para atender las causas raíz del problema.
Es urgente implementar los protocolos que contribuyan a identificar situaciones de riesgo y activar los mecanismos de atención, y con ello hacer efectiva la Declaratoria de Alerta de Violencia de Género emitida en 2016 para Nuevo León. Las autoridades no deben desestimar los casos al catalogarlos como homicidios o muertes pasionales.
Sabemos de antemano que el problema es de fondo al estar inmersos y fomentar una cultura sexista de abuso desde el hogar, en la que la mujer por su condición puede ser humillada, segregada, maltratada, e incluso asesinada, por lo que la responsabilidad es compartida.
Tenemos todos las responsabilidad de atender el problema desde la estructura más básica de la sociedad que es la familia. Ello también involucra esfuerzos educativos que repercutirán en la formación de nuestras futuras generaciones.